@emmagomezsoprano
SOBRE DIVAS, DIVINAS
Actualizado: 16 ene 2021
PREÁMBULO ¿ABUELA, QUÉ ES UNA DIVA?
La siesta estival era un castigo que aprovechaba en el pueblo para leer a hurtadillas, escuchando el zumbido, a modo de réquiem, de las moscas cojoneras que se posaban en el papel cuché.
Yo feliz, acompañada en mi aburrimiento por grandes famosas como Anita Ekberg, Audrey Hepburn, Ava Gardner, Bette Davis, Brigitte Bardot, Greta Garbo, Ginna Lollobrigida, Ginger Rogers, Katherine Hepburn, María Fénix, Rosita Quintana, Sofía Loren, quienes mostraban sus mejores perfiles y miradas distantes (algunas pícaras), ataviadas con imposibles y ceñidos vestidos parisinos o italianos de alta costura.
También me gustaba saber de amores y desamores de artistas españolas: Estrellita Castro, Rocío Jurado, Rocío Durcal, Norma Duval, Sara Montiel, Imperio Argentina, Marifé de Triana, Lola Flores, Isabel Pantoja.
- Abuela, ¿Hay que estudiar mucho para ser una diva?- pregunté a la más experta. - Termínate el bocata de chorizo, Emma. ¿Dónde encontraste las revistas?- responder preguntando es el arte de evadir. - Esta actriz lleva un vestido de Givenchy- insistí. - Neniña, no te montes películas…
Durante mi adolescencia continuó la búsqueda de respuestas con mi cofre de fotografías en mano, incluso de grandes divas del cine mudo, como Anita Page, Clara Bow, Gloria Swanson, Pina Menichelli o Thelma Tod.
Tremendo dominio corporal de poses desdeñosas, altivas y fríamente estudiadas. ¡Qué faena! Yo ensayando a mis diez añitos ante el espejo y a lo sumo conseguía una tortícolis y el intento de un caracol en mi frente pulido al jabón de lavanda, que apenas duraba bien peinado cinco minutos.

LAS DIVAS DE LOS 80 Y 90: CONCEPTO EN RADIO CASETTE
Con apenas catorce años, comenzada ya mi vida musical vocal y coral, llegó a mi vida el radio casette y las cintas vírgenes grabables. ¡Regalo divino!
También averigüé en mi primer año de latín en BUP que la palabra diva significa «divina» y se trata de la forma femenina de la palabra latina divus. Acerté a relacionar que las divas podían ser cantantes o artistas de renombre, primadonnas caracterizadas con voces excepcionales.
Se añadían más dudas al concepto inicial puesto que el arte del divismo se expandía (paralelo a las lentejuelas en el transcurrir de los años 80 y 90), al mundo del pop, jazz y soul: Aretha Franklin, Donna Summer, Ella Fitzgerald, Etta James, Madonna, Mariah Carey, Withney Houston…y muchas más reinas de la pista.
Por aquel entonces llegó a mi vida una maestra rural, quien nada tenía de diva ni de distante, y me regaló una cinta de grandes éxitos de arias de óperas famosísimas, cantadas por una tal María Callas.
Aquí comenzó mi idilio musical con la dramática intérprete, la orquesta, la ópera y el amado y apasionante mundo de la voz. Debo confesar que por aquel entonces en mi casa se escuchaban las voces de Ana Quiro, Antonio Molina, Manolo Escobar, Chiquetete, José Luís Perales, Juan Pardo, y otros artistas nacionales y regionales. Pero de clásica… nada.
El romance sucedió una noche y a escondidas.
Esa voz profunda, dramática y triste se hizo lamento, su lamento se hizo misterio, el misterio fue surco, el surco mi drama y las notas empaparon de dolor, calor y amor mi almohada…. Así me dormí tan plácidamente arropada por mi nueva amiga María, hasta que sonó el click mortal que confirmaba el final de la cara A.
Porque hace 30 años no había internet. Simple y práctico recordatorio.
La Mamma Morta, Casta Diva, Un bel vi vedremo, Oh Mio BabbinoCaro, Habanera. Chénier, Bellini, Puccini, Bizet… grandes maestros europeos de la lírica que tantas alegrías me han dado y han forjado mi voz de soprano lírico-coloratura. ¡Qué gratos y bendecidos recuerdos!
Y se abrió ante mí con apenas diecisiete años una senda, perdón, una autopista, de grandes y diversas divas líricas: Christa Ludwig, Elizabeth Schwarzkopf, Lucia Popp, Mirella Freni, Montserrat Caballé, Jessye Norman, Joan Sutherland, Kiri Te Kanawa, Renata Tebaldi, Renata Scotto, Teresa Berganza, Victoria de los Ángeles, entre otras, inmensas y eternas.
COACHING APLICADO: ACRÓNIMO D.I.V.A.
Tras compartir mi impronta personal, quisiera exponer conceptos que pueden ayudar a identificar al animal artístico divino, a través de su acrónimo: D.I.V.A.
- D de Divinidad y Dominio. La divina debe dominar un dechado de artes cuasi olímpicas.
Una diva se sabe creyente y se trabaja más allá de sus virtudes.
Investiga y crece ampliando su campo de posibilidades artísticas.
Es multidisciplinar hasta la médula, camaleónica y activa.
Dueña de su destino, sabe adelantarse al devenir social y se reinventa. - I de Imagen e Inspiración. Imaginar la elegancia, el glamour, la perfección, unido a ese halo de misterio personal y profesional conforman los ingredientes del cóctel perfecto para engendrar romanticismo y amor platónico por su persona. Una diva es tendencia, fuente y manantial de inspiración. El perfecto ángulo posando con desaliñado casual y buenas gafas oscuras, la representación de su personaje de tez iluminada, gesto comedido, media sonrisa; la intuición de preciosas telas ya sea a través de fotografías en blanco y negro o en color; cuerpos esbeltos, pieles tersas, cinturas de diosas; diseñadores agazapados esperando la oportunidad de emerger… - V de Valor, Virtud y Vida. Una buena diva ofrece autenticidad, credibilidad y valor a su trabajo profesional escénico y mundano. Se sucederán oportunidades para mostrar dones artísticos ya sea de improvisación, interpretación, comunicación.
Vida y diva poseen las mismas letras. ¿Azar de nuestro rico léxico y semántico? El trabajo de la voz y sus apariciones serán estudiadas, periódicas o esporádicas, sobre todo ante los medios de comunicación. Recordemos la máxima: menos es más. - A de Actitud y Arrogancia. Es innegable el traje de alta costura de soberbia y la distancia que muchas de ellas nos han mostrado utilizando las luces largas en sus miradas perdidas. ¿Acaso protegen celosas su intimidad o por el contrario la muestran? Si bien no es la única actitud que dominan y manejan las diosas del arte, en el siglo XXI, ya más humildes, cercanas y domesticadas, muchas de ellas son conocidas por sus extravagancias en hoteles, camerinos, equipos de máxima confianza, entrevistas, plantones… ¡Y su caché no desciende! Propongo un ejercicio: Visualiza a tu diva favorita: ¿Por qué la has elegido? ¿Qué admiras de su imagen, personalidad y marketing? ¿Acaso es su estética y refinamiento? ¿Y qué más observas, intuyes y percibes? ¿Cuánto tiempo de tu vida te cambiarás en su lugar a cambio de fama? ¿Venderías tu privacidad y secretos por dinero?
EL MAGNETISMO ESCÉNICO DE LA DIVA
Revisemos los siguientes conceptos para analizar el magnetismo escénico de una diva:
- Capacidad comunicativa: ¿Por qué y en qué momento se produce la conexión y empatía con el público? Gestos y lenguaje no verbal dentro y fuera del escenario, nunca son casuales. - Exquisito y natural control de la técnica: buen gusto en los fraseos, perfecta dicción y articulación. Expresividad exquisita. - Magnetismo artístico: ¿la diva nace o se hace? - Presencia y personalidad escénica: se manifiesta en el control de gestos comedidos y arrebatadores, según el drama y la escenografía, acompañando su voz cantada, susurrada o hablada.
CONCLUSIONES: DIVAS 2.0
Reconozco sorprendida que, curioseando en redes y pidiendo opinión a buenos amigos durante estos días, el concepto primigenio de diva se diluye en una suerte de acertijos cuando escribo en buscadores de internet: recetas de pasta diva, realities yanquis deportivos, consejos de belleza y nutrición urgentes… ¡Alucinante!
La palabra diva y su divismo se ha convertido en una especie de comodín, un calificativo que sirve para recortar la distancia del escenario, palcos, focos y bambalinas; una suerte de camuflaje, allende los mares, que dispersa y difumina la idea primitiva de alejar y encumbrar a las descendientes del Olimpo.
Asistimos a nuevos conceptos visuales y virtuales. Confieso que me entristece sentir esta evolución vertiginosa de una definición que atiende más al marketing en el mundo oligarca virtual que al devenir artístico excepcional.
Por otra parte, me reconforta observar cómo en mi gremio las artistas actúan y trasladan el patio de butacas y difunden ópera, zarzuela, teatro musical, recitales de concierto, y otros géneros musicales y fusiones artísticas que se representan en claustros, plazas e incluso en improvisados escenarios y garajes.
¡Ellas son mis admiradas y verdaderas divinas en pijama, vaqueros y batas de casa!
Lo más maravilloso e increíble de estos meses: la retransmisión en directo vía streaming. Hemos disfrutado durante el confinamiento en 2020, de la generosidad de cantantes, orquestas improvisadas, músicos y actores ubicados en cocinas, terrazas e incluso duchas y bañeras con agua. Y digo ¡Olé! Agradecida.
Así que no hay mal que por bien no venga, dadas las circunstancias de quietud y letargo mundial, derivadas de la Covid. Toca expandir creatividad e ingenio.
Con permiso, esta diva que les escribe, con los pies descalzos y la sonrisa perenne, se retira al templo del bosque. Ensayaré mi aria fetiche “Casta Diva” de la ópera “Norma” de Vincenzo Bellini. Recortaré el muérdago, y durante siete minutos me convertiré en Norma, la sacerdotisa druida, que invoca paz y calma ante la única luna sagrada.
CASTA DIVA.. CHE IN ARGENTI…
Por cierto, quizá intente peinar el caracolito en mi frente. Esta vez con gomina.
Emma Gómez, Coach Vocal
Soprano Lírico-Coloratura