Hay verborreas de sueños, de decepciones, de sustos e incluso de hipos de corazones atascados en egos de miocardio.
Hay verborreas de escalofríos, de mimos, de caricias olvidadas y latentes.
Hay verborreas de arcoíris, tormentas y ventiscas aladas de palabras que no se han dicho y esperan ser desenjauladas.
Afortunadamente, hay magos de la sonrisa con brebajes, juegos y bailes de sandwich de bachata, merengue y vida social que vienen a desatascar todas las verborreas citadas de un plumazo.
Haberlas haylas y haberlos, haylos.
Y hoy, aquí y ahora Isaac Prieto es, ha sido, es y será uno de ellos.
Usted, por ejemplo, que ahora mismo lee estas palabras con curiosidad.
Veamos en este micro-test y conteste en voz alta:
¿Cuántas veces ha sonreído hoy porque sí?
¿Cuántas veces ha dicho con la letra I- MIIII NIIIIIIMBRIIIII IS PIIIIILIIIIRRRR?
No le he odio bien, más fuerte, repita por favor con la letra E- ME LLEMME MEREEEE DEEE LEES EENGELEEES EEE VEEEENGEEE DEEEE PEEEEREEEEESSS
¿Cuántas veces ha sacado la lengua bien fuera, todavía más de la boca y ha declamado en voz alta GMEGGG GGGGUSTAGGG GGGLAAAAGGG GGGVIDAGGGG?
¿Cuántas veces ha buscado las cosquillas de su compañera o compañero de piso, de acera, de la línea turística circular C2 de Valladolid o de la máquina de café?
Pues sí, estas monodosis, monopildoras y microaventuras de nuestro presente, las recetaba hasta hace unos muy pocas horitas aquí mismo, en el más acá, nuestro querido Maestro y Doctor de la Alegría Cum Laude Isaac Prieto.
Y es que, el que vale, vale. Porque además de la risa Isaac, era formador, dinamizador social, profe de clases de guitarra, mates, física, presentador, experto en Planes de Igualdad y mucho más. Polivalente, polifeliz.
Como cantante, profesional y apasionada de la voz que soy, os describiré (para los que no habéis tenido la suerte de escuchar en alto a Isaac) la profundidad de su voz y carcajadas en Re Mayor, que venían de las cavernas (ni Altamira ni Sulawesi, del barrio de la Victoria) con unos graves resonantes, bellos, completos que podían enraizarse a tierra, como robles. Su discurso era ágil y a veces se atropellaba por esa energía supersónica del que quiere batir el récord de palabras por minuto. Su cuerpo ágil, esbelto, flexible recordaba al de un superhéroe con capa multicolor.
Porque señores míos a las personas que hacen felices a los demás y los enchufan a este bello planeta con dosis de presencia, fluidez, juego y parloteo del sano, habría que dedicarles placas y estatuas, construirles puentes, acueductos y mausoleos llenos de purpurina, brillibrilli y mármol de Carrara. Porque reír es SALUD. Y la pastilla de la risa es el mejor placebo y mancebo para el corazón.
En mi opinión ¿verdad que caminamos por calles de ciudades y el robot de sangoogle de arriba nos indica qué fechoría o bondad histórica ha realizado la, le, li, lo, lu personaje de la Avenida o Bulevar por donde deambulamos? Y continuamos nuestro amable caminar… pero.. ¡¡No nos da la risa!!
Las wonderwomen y los wondermen de la risa, como Isaac, merecen placas, calles, plazas, universidades y autopistas. Y por eso me he levantado hoy, y con pocas ganas de desayunar, me he puesto a vomitar mi disgusto en mi blog, haciendo balance de mis caducos microdramas absurdos.
Super-Isaac nos ha conquistado con el báculo de su presencia natural y sobrenatural, su carcajada, su capacidad de escucha, su amabilidad y su diversión multicolor a través de la sonrisa, el juego y el baile.
Las veces que disfruté en sus clases como alumna de bailoteo y juegues de paroles bien amables, no podía evitar imaginarle con su tono de voz fuerte como Portavoz de la Autonomía de la Alegría, lanzando desde el púlpito pelotitas de colores a todo aquel que quisiera cogerlas y gritar su nombre al vuelo (este ejercicio era habitual para despertarnos del soporífero aburrimiento de la seriedad y movernos de la silla-poltrona en el CIC El Empecinado).
Hace cuatro años comencé un camino de no retorno para estimular las voces, mentes, corazones y almas hacia la voz y el canto creativos. Esa identidad sonora que nos habita bien dormidita desde nuestra tierna infancia, la que juega y se divierte porque sí. Y tuve la inmensa fortuna de comentar y compartir impresiones con Isaac, identificando la importante labor de poner luz, amor en la voz, la risa, el cuerpo y el alma de nuestro alumnado.
¿Y el porqué de escribir estas palabras infinitas de gratitud?
Hace unos días este mes de agosto, me visitó como alumno Isaac, gratísima sorpresa, en mi taller de Chicas Yeyé del Centro Municipal de Igualdad de Valladolid. Nos hizo mucho bien e ilusión su presencia. Y como tenía prisa se fue antes, pero me regaló un audio días después sobre impresiones sinceras y sugerencias. ¡Su voz! Nada es casual…
Isaac, ha ejercido como maestro de ceremonias en la vida de muchas, muchísimas, quizá infinitas almas dormidas que necesitaban recordar que aquí se viene a ser feliz y a disfrutar y también se viene a activar cosquillas en la sístole y diástole de las mentes calenturientas de seriedades, problemas, ansiedades y megarequete-estreses.
Así que soy muuuy suertuda. Y lo voy a decir con la letra O:
¡SSSOOOO MOOO SOORTOOODOOO DOOO CONOOOZOORTOOO, OOOSSSOOOO-OOOKKK!
Ay... Isaac.
Te vamos a echar tanto de menos Maestro, amigo, compañero. ¡Conocerte y buscarte las cosquillas como alumnos fue un gusto! Porque Castilla con sus girasoles, horizontes y paisanaje es bien árida y donde quiera que te vayas a mover tus caderas al ritmo de bachata y merengue espiritual, al más allá, somos muchos los que te rendiremos un merecido homenaje y de paso una carcajada a tu salud.
Hágase un favor mi querida lectora y mi querido lector.
Escriba hoy diez frases absurdas y recítelas en voz viva con acento francés, portugués y extremeño, póngase música y bailotee y parlotee con la lengua fuera un rato, que bien lo necesita ella y conecte con oxidada alegría interior y pregúntese:
Y yo… ¿Por qué me río?
¡A por ello, sin prisa pero sin pausa! He dicho.
Perdón, repito en honor a Isaac, con mi lengua bien fuera y bien alto:
HEEEEGGGG DIIIIIGGGG CHOOOGGGG.
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